Desde hace muchos años me considero orgullosa feminista inacabada, porque es un trabajo que haré el resto de mi vida, ya que muchas veces caigo en expresiones machistas, entre otros errores, la buena noticia es que lo identifico, me da vergüenza, pero me perdono y sigo adelante en la construcción de la mujer que necesito ser.
Y ayer fui a una marcha feminista por primera vez, acompañada de mi mamá (feminista en acción y de pocas palabras) y más mujeres que admiro.
El 8 de marzo la CDMX se pintó de violeta, un color con sentimientos encontrados, el tono de la tristeza e impotencia, pero también de la unión, fuerza y esperanza. Me cuesta encontrar palabras para expresar lo que la unión de miles y miles de mujeres me provocó.
Viví violencia machista de pequeña y la he vivido a lo largo y ancho de mi vida como todas las mujeres de este país. Me he sentido frustrada, enojada, rabiosa y tristísima por saber que nací en un mundo que odia a las mujeres, que me odia.
Pero ese día inolvidable, con cada grito, cada paso, cada gota de sudor y cada ampolla (llevaba los zapatos incorrectos) mi dolor y enojo se transformaron en una sensación increíble de libertad y poder.
Gracias a cada mujer que participó en la marcha del 8M hoy me siento mejor, con más fuerza y más ganas de luchar. Con la firme creencia de que gracias a esas mujeres que dan su vida, pensamientos y tiempo a la lucha feminista, voy a vivir en un país más justo.
Gracias a los colectivos que organizaron las marchas. A las activistas que se arriesgan por la causa con la que nacieron. A las señoras mayores en bastón que caminaron por todo lo que les fue negado. A las niñas que lloraron por la incertidumbre que causan los destrozos (necesarios), pero se contuvieron y siguieron marchando.
Infinitas gracias al movimiento feminista que me representa y me ha representado desde antes de que lo supiera.
Ellas son mi ejemplo y es por todas que desde lo ordinario y personal seguiré tratando de construir un lugar más justo para nosotras y buscaré trabajar codo a codo, con mucho más compromiso, para que nuestra voz no sólo sea escuchada, sino sea el fuego que haga cenizas a la opresión.
Gracias por representarme con ese espíritu elevado, con esa fuerza implacable. Mi admiración, respeto y contribución por la causa feminista.