El mundo de las letras es bastante extenso, y pocos son aquellos que se convierten en grandes escritores de más de un solo género literario, y es por eso que cuando una intelectual destaca como lo hizo la mexicana Rosario Castellanos Figueroa, esta se convierte en un ícono y un orgullo para la escritura y la cultura en general.
A través de la escritura, Rosario Castellanos encontró la manera para expresas sus emociones, sentimientos y pensamientos a cerca de la vida, y entre ese sentir, destacó sobre todo el hecho de ser mujer, y ser mujer mexicana, muchos fueron los textos en donde la escritora expresó su ideal feminista y con el pasó del tiempo también fue reconocida como una activista en el tema.
En aquel entonces, pocas se atrevían a criticar la cultura machista que por cierto aún no desaprendemos, pero en aquel tiempo, ella se atrevió a hacerlo, aprovechó su talento para que por medio de la lectura los hombres y mujeres de la época comprendieran el problema de género que se vivía (se vive) en el país, y tal vez no imaginó que, aunque pasaran los años sus textos seguirían siendo de gran apoyo para luchar por cambiar esta situación.
Además de ser una feminista activa durante su época, también se enfocó en escribir acerca de las comunidades indígenas con el propósito de que estas siguieran siendo recordadas y sobre todo que no fueran desplazadas pasados los años, ella tenía la firme y correcta idea de que nuestros orígenes son la riqueza del país y por ello es indispensable preservarlas.
La trilogía conformada por su primera y segunda novela Balún de Calan, Oficio de Tinieblas y el cuento Ciudad Real, son una de sus más grandes aportaciones sobre las comunidades indígenas.
Hablar de Rosario Castellanos, es hablar sobre una de las escritoras más importantes de todos los tiempos en la literatura mexicana y de latinoamerica también.
Gracias a su talento y a sus grandes ideales, la literatura se enriqueció con sus novelas, cuentos, poemas, ensayos y también con su única pieza teatral El eterno femenino.
Y la mayor fortuna de su legado es que la lectura no pasa de moda y los textos tampoco desaparecen, y mientras sigamos teniendo al alcance esas herramientas, podemos avanzar siendo más cultos, aprendiendo y desaprendiendo sobre nuestros orígenes también.