Ciudad de México, 7 Mayo.- México es uno de los países con más cultura y tradición, en las bellas artes tanto en música, literatura y también pintura (por mencionar algunas) obra de arte que se encuentran inmersas en grandes museos, palacios y recintos importantes con cientos de murales, lienzos y dibujos que han pasado a la historia y trascienden antes de los ojos de muchas generaciones de mexicanos y extranjeros.
A continuación te mostramos algunas de las obras de 10 de los mejores pintores de nuestro país.
José María Velasco Gómez (1840-1912)
Es uno de los grandes paisajistas del siglo XIX. Sus paisajes de la geografía nacional mexicana son uno de los grandes aportes culturales de este país para el mundo. Una de las siete muestras de la serie El Valle de México se encuentra en el Vaticano.
El Valle de México desde el Cerro de Santa Isabel (1875)
El Valle de México (1875)
Dr. Atl (1875-1964)
Gerardo Murillo, filósofo, explorador, geólogo, vulcanólogo, ensayista, crítico de arte, político, caricaturista y periodista demostró su pasión por la vulcanología al realizar numerosas pinturas en las que los volcanes, las montañas y los valles eran los protagonistas absolutos mediante la técnica conocida como Atl-Color.
Popocatépetl desde un avión (1958)
Diego Rivera (1886-1957)
Diego Rivera es uno de los grandes muralistas no sólo de México sino del mundo. Plasmando sus mensajes pictóricos a favor de los indígenas, los obreros, el comunismo y la clase trabajadora, ganando admiración de los grupos vulnerables. Su matrimonio con Frida Kahlo se ha convertido en parte de la cultura popular como una historia de ternura-tragedia que unió a dos de los más grandes artistas del país.
David Alfaro Siqueiros (1896-1974)
Siqueiros sentía una predilección por las masas trabajadoras, los indígenas y las tradiciones culturales mexicanas. Reflejó su ideas radicales en su arte y en sus acciones. Junto a José Clemente Orozco y Diego Rivera, el pintor forma parte de la triada vital del muralismo mexicano.
Nuestra imagen actual (1947)
El Coronelazo (1945)
José Clemente Orozco (1883-1949)
Se posiciona como uno de los tres mejores muralistas en la historia de este país. Son famosos sus frescos de la Suprema Corte de Justicia en los que hace una sátira acerca de las maneras tan erróneas en que las justicia actúa en el país.
Hombre en llamas (1939)
Katharsis (1934-1935)
Rufino Tamayo (1899-1991)
Perro de luna (1973)
Retrato de Olga (1964)
María Izquierdo (1902 – 1955)
En 1939, María Izquierdo se convirtió en la primera pintora nacional en hacer una exposición individual en Estados Unidos, en específico en el Arts Center Gallery de Nueva York. Junto con Frida fue una de las pintoras que luchó para imponerse a un mundo artístico dominado por los hombres, para lograr convertirse en una artista que triunfó y trascendió el tiempo.
Viernes de Dolores (1944 – 1945)
El idilio (1946)
Frida Kahlo (1907 – 1954)
Dentro de lo mucho que México ha exportado al mundo, se encuentra la figura y obra de Frida Kahlo, quizá la artista más popular e icónica del país. Su obra se adscribe al movimiento surrealista aunque ella misma mencionó que todo lo que pintaba era un reflejo de su realidad interna y externa. Múltiples autorretratos, el color del folclor mexicano, alusiones a amores resquebrajados y el dolor físico es la esencia de su conmovedora y poderosa pintura que invita a los espectadores a soñar, volar y vivir a pesar de las adversidades.
Unos cuantos piquetitos (1935)
Las dos Fridas (1939)
Günther Gerzso Wendland (1915-2000)
El escritor mexicano Octavio Paz dijo de él: Su arte presenta una clara influencia de elementos europeos con todo el color del arte mexicano, llegando a ser considerado por momentos como surrealista.
Paisaje espejismo (2000)
Legendary Landscape (Azul y Naranja) (1964)
José Luis Cuevas (1934-2017)
Su arrogancia y talento le valió que en 1965 el periódico The New York Times lo bautizara como el Mexican boy wonder. Se le recuerda por haber pertenecido a la famosa Generación de la Ruptura y retado sin miramientos al movimiento muralista mexicano. Su visión cosmopolita y transgresora de la vida le valieron la admiración pero también cierto rechazo por parte de ciertos sectores de la clase intelectual mexicana.
Autorretrato con la giganta (1997)
La familia del marino (1981)