Por Ricardo Hernández Gallego
El término ¨estética urbana¨ se refiere a la parte visual del urbanismo: lo que como ciudadanos podemos considerar bonito o feo de una ciudad. Sus parques, sus calles, sus edificios y en general todo el espacio público.
Desde luego que considerar un espacio público como lindo o feo es muy subjetivo porque los gustos varían de una persona a otra; es por eso que al hablar de estética urbana debemos utilizar como referencia casos exitosos de ciudades que han logrado espacios públicos funcionales, seguros y, sobre todo, bien recibidos por sus ciudadanos.
Posiblemente el color rojo les guste más a los orientales que a los occidentales o el concepto de ¨aspecto natural¨ para un jardín público sea mejor recibido por los japoneses que por los americanos, quienes prefieren los jardines más intervenidos. En cualquier caso, para determinar si se está dando importancia a la estética urbana o no, es indispensable medir el grado de aceptación de los ciudadanos y qué tan funcionales sean los espacios.
Hagamos un ejercicio
Las fachadas de las casas son un elemento urbano porque están a la vista de quién transita por las calles de una ciudad. Aunque sea un espacio privado en términos de propiedad, es un espacio público en términos visuales.
Imaginemos una calle en la que a los costados hay una serie de casas de distintos tamaños, colores y materiales; en donde también encontramos algunos patios frontales y fachadas en muy mal estado y, para rematar, las banquetas tienen el concreto levantado por las raíces de los árboles que han crecido sin control. Si sometiéramos la imagen anteriormente descrita a una encuesta, con seguridad no le gustaría a la mayoría, ¿cierto?
Por otro lado, imaginemos una calle con casas a los costados en la que vecinos y autoridades trabajan juntos por conservar cierto orden y homologar parcialmente las fachadas de las casas, las cuales, a pesar de ser casas muy distintas una de la otra, comparten aspectos como el color, encontrándose todas dentro de un rango similar. También pensemos que el aspecto de patios y jardines frontales es agradable porque la autoridad así lo exige a sus ciudadanos y es la autoridad la que conserva en buen estado banquetas, árboles y pavimento de la calle.
Seguramente el segundo caso será mejor recibido visualmente por la mayoría de las personas en cualquier parte del planeta.
Resultaría todavía más significativo si descubrimos que la calle del primer ejemplo, la de aspecto desigual y maltratado, se encuentra en una ciudad de un país rico y la calle número dos, la ordenada y mejor mantenida, está en un país en vías de desarrollo. Sería increíble porque en muchos de los casos la estética urbana no es un asunto de presupuesto: es un asunto de coordinación, educación y, desde luego, de la utilización de los recursos con criterios de ahorro y de largo plazo.
Existen cientos de ejemplos de espacios urbanos funcionales y bien recibidos por las personas. Si se nos preguntara sobre el aspecto físico de estos casos, la gran mayoría de las personas percibiríamos estos espacios de forma positiva.
Esto permite plantear que sí es posible establecer lineamientos generales de estética urbana, entendiendo que las variaciones son parte misma de la estética siempre y cuando exista una planeación. Dos casas juntas en la misma calle y acera, que son de estilos, épocas, tamaños y colores muy distintos, pueden ser un solo elemento visual homologado si comparten elementos como una misma acera en buen estado, mismo tipo de botes de basura, patios o jardines frontales en buen estado y quizás algún detalle como la forma de números que llevan en la fachada para identificar el domicilio. Me refiero a que si las casas de un mismo barrio tienen detalles estéticos compartidos se puede generar una imagen más ordenada y por lo tanto más estética.
¿Cómo influye la estética urbana en el bienestar de los vecinos?
No es una casualidad que los índices de inseguridad y violencia son más altos en zonas de las ciudades que están abandonadas por las autoridades y, por lo tanto, son espacios con malos y escasos servicios públicos, lugares en donde el desorden es la constante y el mal estado de viviendas y espacios públicos es generalizado.
Existe, sin duda, una correlación entre la estética y el comportamiento de los ciudadanos. No significa que a mayor pobreza menor estética urbana, ya que hay ejemplos de pequeñas comunidades rurales muy alejadas en donde, aún con niveles muy altos de marginación y escasez, se cuida el aspecto visual de la comunidad. Existen tribus muy pequeñas en algunas regiones de África en donde, a pesar de la pobreza y el tamaño de éstas, se cuida y mantiene el aspecto estético. Es por ejemplos como estos que podemos asegurar que la estética urbana es más un asunto de educación que de presupuesto.
Estoy convencido que el bienestar de las personas en cualquier comunidad depende de diversos aspectos como: acceso a servicios de salud de calidad, seguridad pública, calidad del aire, empleo y educación, pero también el aspecto de nuestras ciudades, barrios y comunidades influye directamente en el estado de ánimo de las personas, que a su vez se refleja en nuestro desempeño laboral, nuestras relaciones con familiares y vecinos y en nuestra salud misma.
Pensemos en un niño que para llegar a la escuela todas las mañanas tiene que caminar 10 cuadras en calles llenas de hoyos con banquetas destrozadas, basura en el piso, árboles y jardines descuidados y casas en mal estado. Y otro niño que camina las mismas 10 cuadras por un barrio en el que las calles, casas y jardines están en buen estado, así como la basura dentro de los botes, que por cierto son todos iguales en todo el barrio, y además este niño atraviesa un parque público bien mantenido por la ciudad.
¿Habrá alguna diferencia en el estado de ánimo entre estos dos niños? Yo creo que, después de varias semanas caminando rumbo a la escuela, podríamos encontrar las variaciones que el aspecto o la estética urbana generaron en ambos estudiantes.
La situación está poco estudiada hasta ahora; sin embargo, la poca información que existe nos hace ver con claridad que la estética urbana no es una frivolidad o una banalidad, es, por el contrario, un asunto importante que incide directamente en el bienestar de las personas.