El término distanciamiento social ha sonado más de lo normal durante el último año, y las personas más afectadas con ello han sido los niños y las niñas.
Desde la llegada de la pandemia, la salud ha sido lo más importante para todas las personas, la atención está puesta en tomar más vitaminas, no salir de casa y llevar a cabo las medidas de higiene necesarias.
Sin embargo, se ha quedado atrás un factor esencial para el bienestar y es la estabilidad emocional y principalmente en la infancia.
Las niñas y los niños son quienes más han cambiado sus rutinas, ahora ya no asisten a la escuela y tampoco salen al parque y mucho menos visitan a sus amigos.
Y los efectos de esos cambios se han visto reflejados en sus emociones, pues como parte de su mismo desarrollo se encuentra esta habilidad de socializar que en estos momentos no se les permite potenciar.
Aunque están aprendiendo a hacerlo o a mantener las relaciones a distancia y a través de medios digitales, el desarrollo no es el mismo cuando los niños y niñas se encuentran frente a frente.
Por ello no se debería descartar la atención psicológica hacia los menores, ya sea desde casa y también por medio de las instituciones educativas, para lograr su desarrollo óptimo.