Existe toda una historia para la construcción de lo que se conoce ahora como el Monumento a la Revolución sobre un plan que no se concluyó.
Por si no lo sabías, esta construcción se originó por el deseo del entonces presidente de México, Porfirio Díaz, quien quería un palacio legistlativo con más de 14,000 metros cuadrados.
El deseado proyecto del ex presidente, quedó a cargo del arquitecto francés, Émile Bénard, quien se inspiró en otras construcciones como el Capitolio de EUA y del Parlamento de Budapest.
Sin embargo las complicaciones se presentaron desde el inicio y una de ellas fue el hundimiento del subsuelo de la zona.
Pero ese problema era mínimo comparado con el estallido de la Revolución Mexicana, por lo que la obra se tuvo que detener y quedó así por más de 20 años.
Foto de BBC Mundo
Aunque el arquitecto quería seguir con su obra, su muerte y la del entonces presidente Álvaro Obregón no se lo permitieron.
Pero finalmente, en 1933 apareció el arquitecto Carlos Obregón Santacilia quien retomó el proyecto y le dio un nuevo sentido.
Foto de Centro Urbano
Y gracias a él es que actualmente podemos visitar el mirador y el museo, además de ser el Monumento un emblema de la ciudad y punto de referencia para los mexicanos.