Ciudad de México, 12 Febrero.- Algunos expertos señalan que el escritor francés Julio Verne no predijo tales inventos porque ya existían investigaciones y antecedentes previos, sin embargo, su genial y gran imaginación asombro a muchas personas y sirvieron de inspiración para muchos genios.
1. El submarino eléctrico
En Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino (1870), Julio Verne imagino un barco que pudiera navegar por debajo de las aguas. El nombre de este vehículo: Nautilus. De acuerdo con la novela, su motor era propulsado por electricidad producida por baterías de una amalgama de sodio-mercurio. Dieciocho años después, Isaac Peral creó el submarino eléctrico en 1888.
2. El helicóptero
El Albatros era una embarcación que tenía mástiles con hélices que giraban gracias a su maquinaria interna para elevar el barco por los aires, como si se tratara de los barcos enemigos de Super Mario Bros. 3. Este vehículo, que aparece en Robur el Conquistador (1886), dio pie a la creación del helicóptero, pero es importante señalar que Verne se inspiró a su vez en otras publicaciones que hablaban de crear vehículos con hélices.
3. El viaje a la Luna
Muchos insisten en ver en De la Tierra a la Luna (1865) la obra más emblemática de Verne y la más acertada en sus predicciones, pues el viaje que se narra en la novela guarda muchas similitudes con la misión del Apolo 11 de la NASA, no deja de ser hermoso pensar que el cañón “Columbiad” tuvo algo que ver con que el módulo de mando del Apolo 11.
4. Armas eléctricas
La electricidad fascinaba a Verne, tanto que las armas del Nautilus usaban electrochoques como armas. Verne describe las armas del submarino tripulado por el Capitán Nemo como “contenedores eléctricos o “botellas de Leyden” en las que la electricidad está sometida a una muy alta tensión y con el más pequeño toque se descargan. Los tasers son ahora armas defensivas más comunes de lo que creemos.
5. Internet
La novela París en el siglo XX (1863) fue publicada hasta 1994, luego de que el bisnieto del autor encontrara el manuscrito en 1989. Pareciera que la novela estuviera esperando el momento exacto para salir a luz, pues en ella Julio Verne habla de una red internacional de comunicaciones, la describe como una especie de telégrafo mundial que conecta a distintas regiones para compartir información. Pero no sólo eso. La novela trata de un hombre que vive en una ciudad con rascacielos de vidrio, trenes de alta velocidad y coches impulsados por gas. Si la novela no se publicó en su momento fue porque el editor de Verne, consideró que tenía un tono pesimista, como si se tratara de una distopía.
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